Es una obra que me llena de ternura. Al principio pensé en pintar una mujer leyendo un libro, pero la historia cambió cuando coloqué la carga de óleo para pintar el libro y al ver la mancha, parecían hojas sueltas. Era una carta, y era una joven leyéndola a solas. Una carta de amor.

Un par de cebras en la verdadera selva, la ciudad. En estos días de cuarentena para nosotros, estas imágenes de animales caminando libremente por las ciudades se han vuelto virales . Este cuadro lo pinté hace varios años ,pero hoy resulta muy actual describiendo las épocas del Covid 19 .

Esta obra nació de un sueño en el que me veía en el centro de un grupo de cebras, pero a ninguna le veía la cabeza. Me sorprende de dónde salen estas imágenes o qué dispara esos recuerdos. Me desperté y tuve que pintarlo. 

Las formas tan caprichosas de sus líneas, esas pestañas tan largas me hacen sonreír mientras las pinto.

La vida es realmente un juego y muchas veces siento que se ríe de nuestra seriedad y tantos planes. Nos tumba escenarios conocidos y nos confronta con situaciones tan cambiantes, como si quisiera que entendiéramos que lo mejor es disfrutar cada día. 

Al estar en Etosha National Park, pude observar a los elefantes disfrutando en los hoyos de agua. Hubiera querido pasar horas viendo a los bebés jugando entre ellos y disfrutando. Aunque tomé muchas fotos, esta imagen fue mi preferida.